miércoles, 24 de agosto de 2011

DUEÑAS DOSMILONCE.

 Cuando eres joven te dedicas a divertirte continuamente, pero luego creces y aprendes a tomar decisiones para no romperte una pierna... ni el corazón. Aprendes a mirar antes de saltar, y en ocasiones no saltas porque no siempre hay alguien para cojerte. Y en la vida no hay red, ni arneses de seguridad.
Tengo el vicio de escuchar la misma canción muchas veces,de escribir frases sueltas,el vicio de hacer lo posible para sentirme mejor. El de soplar al aire cuando hace frío. El vicio de salir con mis amigos dándome igual a donde ir.


Ya sabemos que los reyes magos no existen, que el ratoncito Pérez es un falso personaje, que el amor de antes, el de toda la vida ya no aguanta mucho, que a los bebés no los trae la cigüeña, que Papa Noel no vive y mucho menos que vuela con renos. También aprendí que para tocar el cielo no hace falta subirse en un avión






No sé si es cierto, es más, nunca nadie dijo que lo fuera.
Prefiero no pensar y asi creer en lo increible, o soñar con lo insoñable, que es verdad, hay algo más grande y fuerte que nosotros, y es que mientras dirigimos nuestros pasos marcamos recorrido y mirando hacia detrás siempre se podrá apreciar el momento en que nuestros trayectos se hicieron uno.
Y esque la felicidad, es difícil de explicar.
Sí.













Esa palabra tan nombrada por muchos.
Supongo que os preguntaréis qué es eso.
La verdad es que yo tampoco sabría muy bien cómo explicarlo.
Solo os puedo decir que para mí, la felicidad es ese pequeño instante en el que me mira y me regala su sonrisa, sin que yo le pida nada a cambio.
Puede que el sea mi felicidad, pero lo extraño es que no sé como he tardado tanto tiempo en darme cuenta.

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