sábado, 7 de enero de 2012

Sería capaz de subir al palo mayor para que todos se enteraran y que lo escuchara hasta la última persona del mundo, hasta quedarme sin voz.

Una cerveza fría, por favor. Con cuarto y mitad de espuma. Un taburete vacío junto a mí, y una lámpara con dos focos fundidos son mi única compañía en aquel lúgubre lugar. Mis labios, cubiertos con aquel líquido dorado, bañado bajo las olas de espuma culpables de la bandera roja que impide a mis labios saborear algo más de aquello que me ayudará a olvidar, pronuncian tu nombre una vez más. Cógeme en brazos y llévame a casa. Limpia con tus labios la espuma de los míos. Desgarra con tus manos aquel pijama rosa de flores que tanto te gustaba quitarme. No me dejes que haga más tonterías. Si tenemos la capacidad de soñar, es porque podemos cumplir los sueños, ¿no? Sácame de aquí, ni siquiera sé como he llegado a este lugar. Desintoxícame de tus besos. O mejor no. Deja que siga jugando con el fuego que me das.

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